Ni siquiera la lluvia hizo
que ayer Mora desluciera en su tradicional desfile-concurso de la LVI
edición de la Fiesta del Olivo. El municipio entero y sus visitantes se
echaron a las calles llenando el recorrido desde la nave de la
carretera de Orgaz, donde se construyen la práctica totalidad de las
carrozas por parte de las peñas, hasta la plaza del Ayuntamiento,
pasando por Delicias, Orgaz, la calle Ancha, Clavel o Manzaneque. El
agua hizo presencia antes del inicio y muchos comenzaban a temer que se
suspendiera este día grande de la fiesta que recuerda desde sus inicios,
un 24 de marzo de 1957, la importancia que el olivo y su aceite tienen
para la localidad, rindiéndosele tributo siempre tras la campaña de
recogida, año tras año.
Pasadas las doce y diez de la mañana, casi cuarenta minutos después de
la hora indicada, los rayos de sol se dejaban ver entre las nubes,
momento en el que la tribuna de autoridades con el alcalde moracho,
Emilio Bravo, a la cabeza, acompañado por los concejales, el presidente
de la Diputación, Arturo García-Tizón, el delegado de la Junta en
Toledo, Fernando Jou, así como alcaldes de los alrededores, diputados y
senadores y algunos directores generales, comenzaba a llenarse. Se
cerraban los paraguas y la banda de música municipal abría el cortejo,
seguida de las carrozas de las reinas de las fiestas, tiradas por
caballos, recibidas como no podía ser de otra manera con un caluroso
aplauso. En esta edición han sido 21 las carrozas y 12 carros y una
galera engalanados los participantes del concurso, acompañados, en el
recorrido, por grupos folklóricos locales y de fuera del municipio, que
animaban con sus bailes y vestidos típicos. Los premios, diferentes para
carrozas y carros. Diez en el primero de los casos, con más de 20.000
euros a repartir, dotado el primero de ellos con 3.800 euros,
patrocinado por la Diputación de Toledo. En carros, tres premios de
entre 400 y 200 euros.
Originalidad, acompañada por los morachos vestidos para el día con la
camisa a rayas o la negra y su pañuelo al cuello, bien el de hierbas o
el de cada peña confeccionado para la ocasión, del buen yantar (con
queso, jamón y una buena bota de vino), no faltaron por las calles
morachas en la mañana de ayer.
Desde la peña de Los Corvos, con su original carroza donde el saber no
ocupaba lugar, llena de lapiceros, pizarras, bolígrafos y clips tamaño
gigante hasta los Amigos de la Bota y el Jamón, disfrazados como una
original serie de dibujos animados, Los Simpson, no faltaron ideas. La
Peña Los Pichones creó un fuerte en toda regla, El Encuentro un puesto
de chucherías para endulzar la fiesta, un tema también escogido por Los
Chuzos... La Escamonda introducía animales en su particular granja, como
también hacía La Reata. Entre carroza y carroza, los carros engalanados
de Los Tolochos, Los Estrafalarios o La Vara Chica, sin olvidar los
Caralegres o El Azogue. Una casa de Piruleta de la Peña La Estraleja, o
los juegos de mesa de la Peña ‘La Oliva Moracha’ o el casino de La Media
Docena proseguían el recorrido, cuando la lluvia comenzó a hacer
presencia de nuevo. Hubo ilusión, originalidad, motivos tan diversos
como el fondo del mar, tradicionales como una casa labriega con carro
incluido y hasta un campamento de indios... Y todos con leyendas de la
tierra, del aceite y los olivos, de la tradición y la fiesta a flor de
piel. Finalmente, de las 21 carrozas concursantes el primer premio se lo
llevó la de la peña Los Caballitos con un Pinocho gigante articulado,
una marioneta realizada con madera de olivo, según rezaba una de las
leyendas escritas en el lateral de la carroza, movida por dos niñas que
tiraban de unas gruesas cuerdas mientras a Pinocho le iba creciendo la
nariz durante el desfile.
La Fiesta del Olivo nació de los propios olivareros, celebrando el fin
de la campaña y posteriormente, las carrozas hacían referencia a los
diferentes gremios de trabajadores. Poco a poco el impulso creció, con
las carrozas por barrios, siendo destacadas las de Manzaneque y
Delicias, hasta que llegaron las peñas, lográndose una mayor
participación con la entrada de los más jóvenes, que a día de hoy sigue
adelante y que junto al resto de ciudadanos, los que participan en las
carrozas o los que sacan sus mesas y sillas a las calles, o abren las
puertas de sus casas con mesas repletas de comida, imprimen este toque
tan especial que ha convertido a la Feria del Olivo de Interés Turístico
Nacional.
Tras la entrega de los premios en la Feria del Aceite el viernes y el
concurso del oro líquido, en la jornada de hoy se hará entrega en el
auditorio, a partir de las dos de la tarde, de los premios del concurso
de carrozas y carros, así como los infantiles plásticos o literario,
entre otros.
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